Mi experiencia dio inicio el día 30 de agosto del 2010 pero con dos días de anterioridad sentía que ya había iniciado esta expedición pues mis maletas tenían que alistar y no sabía que llevar, ayuda busque en mi abuela que en el campo había estado ya, y una sugerencia me supo dar.
Pues mijita el repelente y las sabanas no te servirán, pues haya no hay sancudos y las pulgas te acabaran, y con las sabanas, tullida quedaras, pues hacen mucho frio y no te protegerán.
Pues después de esta visita con dos cubrelechos de lana quede, y con las pulgas nada se podía ser.
Pero mi dilema seguía, no sabía que íbamos a comer, pues el gas de la cocina, no podíamos coger.
Y mi abuelita que todo lo sabe y todo lo tiene, una estufa eléctrica me prestó y el problema me soluciono. Y como la economía está grave pues apunta de huevo con arroz nos toca cenar.
El día ya se acercaba y ya toda mi familia sabía que yo me marchaba, muchos concejos recibí, de los cuales a mi maleta decidí introducir.
Mi equipaje estaba listo y mi viaje emprendí pero seguía la incertidumbre de saber como íbamos a dormir.